Con más pena que gloria concluirán sus funciones 60 presidentes municipales y los diputados locales, quienes en su gran mayoría dilapidaron los 36 meses de su encargo en asuntos de poco valía para sus gobernados.
Aunque seguramente habrá algunas –mínimas- excepciones, lo cierto es que fueron tres años de más desaciertos que logros, de promesas y proyectos sin cumplir, y sobre todo, concluirán con una estela de pendientes que serán lozas pesadas de resolver a sus sucesores que inician funciones la próxima semana.
Con el último día del año, concluirán proyectos personales que nada tuvieron que ver con las necesidades de la ciudadanía. Ahí estarán sus obras, pocas, omisiones y muchos desvaríos que les generarán problemas a sus sucesores.
En el ámbito municipal están los casos de Chiautempan, Tlaxcala, Zacatelco, Calpulalpan, Huamantla, por mencionar algunos, quienes enfrentan algunos problemas administrativos con números rojos que ponen en predicamento la viabilidad financiera de los futuros gobiernos.
También dejarán herencias difíciles de atender, como lo son decenas de nuevas plazas con cargo al erario y en las cuales fueron impuestos familiares, amigos, compadres y demás amistades de las autoridades salientes.
En el Congreso del estado las condiciones no son distintas. Los desaseos parlamentarios y el agandalle aplastaron la actividad legislativa que desea la ciudadanía. Los diputados concluirán sus funciones con muchos reclamos, omisiones y pendientes que afectarán a sus sucesores.
Dejan impugnados los procesos de elección de los comisionados del Instituto de Acceso a la Información Pública y de la titularidad de Órgano de Fiscalización Superior, también dejarán sin elegir a los nuevos integrantes de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, se irán con diversas omisiones legislativas.
En suma, nuestras autoridades concluirán con una estela grande e inmensa de pendientes, los cuales opacan los posibles logros y alcances que hayan tenidos sus respectivas administraciones o funciones legislativas.