La determinación del gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez de designar a los directores de cinco dependencias que manejan el mayor monto de recursos públicos que tendrá en su primer año de mandato confirma que quiere tener el control financiero de su administración. Ni un peso pasará a mano alguna si antes no tiene su autorización.
También confirma lo que en su momento reveló el titular del sector educativo local, Manuel Camacho Higareda, quien confió que los cambios directivos en la Secretaría de Educación Pública del estado y en la Unidad de Servicios Educativos de Tlaxcala (USET) serían solo a indicación superior. Nada se moverá de la estructura gubernamental sin el conocimiento del Ejecutivo
La víspera y para que no se “quemen las habas” como dijo Mena Rodríguez hace unas semana a pregunta expresa respecto al día en que habría de realizar el nombramiento del resto del gabinete estatal, designó a los “mandos directivos de ejercicio presupuestal”.
Como en la viña del señor, en la designación hay de todo, pero en lo particular me llama la atención la unción del ex presidente municipal de Amaxac y ex diputado local priista, Mario Hernández Ramírez, quien fue impuesto en la dirección administrativa de la Secretaría de Salud.
Por sus manos y por su visión pasarán más de 2 mil millones de pesos que le asignan a este sector, considerado en la triada de prioridades del mandatario Marco Mena.
Con un negro pasado –no llegó ni a gris- como legislador, solo recuerdo su intervención en tribuna cuando por la espalda cual cobarde, arremetió en contra de otro diputado, Víctor Morales Acoltzi, cuando éste lanzó al público de la sesión unas hojas del dictamen de reforma a la Ley de Pensiones, ahora manejará el recurso destinado a atender a miles de enfermos.
Aquella noche de finales de diciembre de 2013, a no ser por la intervención del entonces presidente de la mesa directiva, el perredista Efrén López Hernández y de la ex diputada y hoy secretaria particular de Marco Mena, Eladia Torres Muñoz, Mario Hernández solo pasó como bravucón, pues no dejaron que al priista le arreglaran su asunto.
Y de verdad, al que se dice ser licenciado en Administración por el Instituto Tecnológico de Apizaco no le recuerdo nada bueno; también a su paso como director administrativo del Hospital Infantil de Tlaxcala (HIT) hizo de las suyas.
Ahí fue acusado por operar contratos irregulares relacionados con el suministro de alimentos a pacientes y personal de ese nosocomio; de buenas a primeras canceló el acuerdo de servicio que tenía la firma “Servicio de Comedor Tlaxcala” para asignarlos a uno de sus amigos, que opera la empresa denominada “Proveedor de Productos Mexicanos Jace S. A. de C. V.”.
Las dudas sobre el proceder del bronco hombre de Amaxac no son nuevas, por eso desconocemos los motivos que llevaron al gobernador de Tlaxcala a confiar en él.
Quizá su única virtud es que si conoce al hermano del mandatario, Fabricio Mena Rodríguez, quien junto con Mario Hernández fueron compañeros cuando trabajaron en el Órgano de Fiscalización Superior en aquellos tiempos del hoy extinto Florentino Flores Xelhuantzi. Y la relación fraguó aún más, cuando el ahora director administrativo de la Secretaría de Salud se hizo diputado y Fabricio Mena funcionario del Legislativo.
Estas últimas expresiones, son dudas fundadas, no afirmaciones.
Por el bien de los enfermos de Tlaxcala, que esa designación sea para bien del sector salud, el cual pasa por diversos problemas que lo han dañado a raíz de deficiencias y patologías propiciadas por el enquistado sindicalismo.
De las otras designaciones, ya hablaremos en próximas entregas, pues éstas también generaron más dudas que confianza.