Un reciente estudio de la cientificos de la Universidad Nacional Autonoma de México (UNAM), la hormona de la felicidad se produce en un 90% en el sistema digestivo, por lo que al recibir alimento promueve la producción de esta hormona.
La serotonina, es un neurotransmisor que actúa en el cerebro y es fundamental para sobrellevar el estrés y la tensión de la vida cotidiana. Esta hormona está estrechamente relacionada con el apetito, el sentido del humor, el sueño, el ritmo cardíaco y la temperatura corporal.
Cuando existe una baja concentración de serotonina es muy probable que cambie el estado de ánimo, además de generar dificultad para dormir y problemas depresivos.
Además, en el intestino se aloja la microbiota o flora bacteriana, que por sí misma es como un cerebro no humano: “La evidencia científica indica que ciertos microbios intestinales pueden manipular nuestro comportamiento”. De hecho, la intuición o inteligencia intuitiva o visceral es esa sensación de “sentir en las tripas”. En el libro La sabiduría del vientre de Pierre Pallardy, se dice que cuando la inteligencia visceral está en balance “nos conecta con nuestra vitalidad, cuando está en desequilibrio, se relaciona principalmente con la rabia”.
Entonces ¿Vamos por unos tacos?